Nos llegó un encargo para crear una página web donde teníamos barra libre en el diseño y la configuración. El proyecto nos hizo especial ilusión porque se trataba de un gremio cuya materia prima nos toca muy de cerca: los libros. Así que no se nos ocurrió otra cosa que crear una web con la esencia y magia de un cuento. Este es el resultado.
El diseño de la web de la Librería Juan XXIII, de Caniles, está repleto de detalles con el fin de sorprender al usuario, como si este fuese un lector que abre por primera vez un libro que acaba de adquirir y se enfrentase a un nuevo mundo.
Se trata de una web con una línea muy visual, donde podemos encontrar diferentes vídeos, que van proyectando la realidad poliédrica de la librería Juan XXIII, un establecimiento que pretende convertirse en un punto de encuentro, un espacio cultural donde además de comprar libros, uno pueda disfrutar de actividades tales como talleres, encuentros con autores, firmas de libros o cuentacuentos. Un nuevo concepto de librería versátil y cercano, donde el trato personal es su auténtico valor añadido.
Nada más entrar en la web, el usuario encuentra un banner inspirado en un libro abierto. Se trata de un vídeo donde vemos pasar páginas en bucle, como si nos invitasen a descubrir las diferentes historias que hay por dentro. Como en otros trabajos anteriores, la literatura siempre nos sirve de fuente de inspiración para nuestro estudio creativo.
Tras una pequeña introducción sobre la oferta editorial de la librería, casi en el punto central de la página de inicio, hemos querido destacar un videomarkating estructurado con la narrativa de un cuento. Es una pequeña historia con atmósfera intimista donde se explica de manera sencilla la importancia que tiene la lectura, sea cual sea nuestra edad. Los libros como sinónimo de ilustración, de conocimiento, pero también de diversión e imaginación.
El vídeo termina con una frase en forma de moraleja que utilizaba a menudo Raymond Queneau, el autor de aquella joya titulada Zazie en el metro. El escritor francés solía decir a sus alumnos que «leyendo es como uno se hace lector», un razonamiento cargado de simplicidad y lógica que lo único que pretende es restar solemnidad a la literatura para hacerla cercana y accesible a todo el mundo.